Brontes
En la mitología griega, Brontes (en griego Βρόντης, ‘el que truena’) era uno de los Cíclopes, junto con Estéropes y Arges, hijos de Urano y Gea.[1] Eran gigantes con un solo ojo en mitad de la frente y un temperamento horrible, conocidos como buenos artesanos y constructores.
Según Hesíodo eran fuertes, testarudos, y de «bruscas emociones». Sus nombres terminaron siendo sinónimo de fuerza y poder, y se usaban para referirse a armas especialmente bien manufacturadas.
La única participación individual que tuvo en los textos nos dice que Brontes fue padre de Atenea y que Metis la alumbró de forma traicional antes de ser devorada por Zeus.[2]
Calímaco dice que los Cíclopes trabajaban en una forja ubicada en la isla de Lípara, bajo las órdenes de Hefesto. Un día recibió a Leto con una pequeña Artemisa de tan solo tres años. Brontes la sentó sobre sus rodillas, y Artemisa se agarró al espeso vello que poblaba su pecho y se lo arrancó con fuerza. Sin vello permanece hasta hoy la mitad de su pecho.[3]